Al describir la experiencia religiosa se ha referido con frecuencia a lo que es “numinoso”, una experiencia no–racional, un sentimiento cuyo objeto primario e inmediato está fuera del self, un misterio a la vez fascinante y aterrador, que causa temblor y fascinación al intentar explicar lo inexpresable. Suprime nuestra mente racional por un estado no–racional y produce una admiración que nos lleva a tener experiencias de “gracia”.
El psicoanalista deberá en el futuro procurar aferrarse a los conocimientos científicos y no dejarse tentar por derivas irracionales que arrastran hoy como ayer a muchas mentes incluso preclaras. El psicoanálisis deberá diferenciarse de otras profesiones relacionadas con la salud, con la asistencia social, con la educación o con la atención religiosa; de otras prácticas que no buscan mejorar la salud sino proporcionar experiencias personales espirituales o existenciales o adentrarse en conocimientos paracientíficos, como la adivinación, la nigromancia o la astrología.
Aunque se desarrollarán algunas actividades religiosas, que pueden mejorar la salud, favoreciendo el estilo de vida sano, el apoyo social y el optimismo, la meditación y plegaria , que mejoran los estilos de enfrentamiento al estrés (Pargament & Saunders, 2007) y algunos síntomas, esos territorios deben ser bien diferenciados del psicoanálisis.